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La cronica modernista

La crónica modernista

El modernismo durante el siglo XX fue estudiado como un movimiento meramente dedicado a la poesía. Así, se dejó de lado la labor periodística que permitió a los modernistas sumergirse en el ambiente comercial y literario que los descubrió ante los ojos de Europa y el mundo.

            Debe entenderse que el modernismo fue una experiencia literaria en la que se mezclaron, como en cualquier corriente, el contexto histórico de sus autores con sus escritos. En el siglo XIX, las publicaciones periódicas lograron tener auge entre la población en general; por ello, los diarios se convirtieron en la plataforma de escritura por la que cualquier autor necesitaba pasar para consagrarse.

            El periodismo toma fuerza durante el siglo por ser un medio que alcanza a llegar a las masas y no sólo a la élite a la que llegaban los libros. Sin embargo, al ser un medio masivo, los escritores que colaboraban en las publicaciones debían ejercer la escritura de géneros asequibles para cualquier público.

Entonces surgió la crónica, un género que conjuga historia y literatura, realidad y ficción. El periodismo, entonces, potenció la profesionalización de la escritura mediante las crónicas factuales-literarias que el público demandaba y, además, obligó a los cronistas a explorar el lenguaje de una forma casi experimental; es decir, el escritor debía ser claro pero no debía perder el uso del lenguaje que lo mantenía en las altas esferas de la demanda comercial.

Por el publico al que llegaban las crónicas, fueron consideradas, por mucho tiempo, como un género no artístico; o bien, como un género que no pertenecía al “arte puro” (léase, “poesía”). Así, transcurrió el tiempo y el modernismo fue considerado como un movimiento que pertenecía estrictamente a la escritura en verso de la poesía.

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